El edificio Montecarlo II finalizado en 1962 por la oficina de arquitectos SEA (Schapira Eskenazi Arquitectos) es parte de un conjunto de vivienda residencial colectiva emplazado en la manzana contenida por las calles San Martín, Seis Norte, Siete Norte y Cuatro Poniente, en Viña del Mar.
El proyecto resalta a primera vista tanto por el tratamiento volumétrico de los edificios, los cuales se disponen dentro del predio de manera tal de lograr una gran operación a escala urbana, como por sus particulares fachadas.
Emplazados en el borde sur y norponiente del predio, estos conforman por medio de sus respectivas curvaturas un perímetro convexo de fachada hacia la calle, generando un vacío interior proyectado inicialmente como lugar de recreación para los residentes del conjunto.
El edificio Montecarlo II, ubicado al sur del predio, es el más pequeño de los dos edificios, y se compone de dos torres simétricas e independientes conectadas por medio de un tipo de junta de dilatación. Cada torre mide 37,3 metros de largo y 15,2 m en la crujía, y se compone por dos piezas: un gran bloque ortogonal (a) y otra de menor tamaño (B), esta última, se ubica en la unión entre ambas torres y confiere la curvatura al conjunto.
Cada torre es independiente dado que cuenta con su propio sistema de circulación común, vertical y horizontal. No obstante, existen tres puntos -ubicados en la plata baja, cuarto y octavo nivel- en los que ambas torres se conectan horizontalmente.
Respecto a la distribución interna, el edificio cuenta con ocho tipos de departamentos, los cuales son definidos por los muros estructurales del edificio, y se organizan en un sistema tipo espina de pez.
La estructura cuenta con un centro longitudinal compuesto por dos largos muros paralelos los cuales contienen las circulaciones comunes de cada torre. De estos se desprenden muros perpendiculares hacia el perímetro, los que dan cabida a los límites de los departamentos.
Destaca también en el proyecto, el diseño de la fachada sur convexa que da hacia la calle. Se basa en una composición a partir de pequeños balcones de 1,5 x 2,25 metros que otorga dinamismo al volumen y lo hace fácilmente reconocible e identificable, imprimiendo un sello característico al proyecto. A su vez, estos elementos que sobresalen del total, son dispuestos de manera escalonada a medida que se recorre el perímetro del edificio, potenciando la aparente curvatura del volumen.
Esta cara, tiene su contrapunto en la cara cóncava que enfrenta el norte, la cual por su parte, se encuentra directamente relacionada con el espacio interior privado que se conforma hacia el interior de la manzana. Si bien ambas fachadas cuentan con pequeños balcones de dimensiones similares, estas se distinguen entre ellas, en tanto la cara sur se hace cargo de un sistema superpuesto al sistema estructural del edificio, ocultando la junta de dilatación entre las torres; la norte hace todo lo contrario, evidenciando la existencia de dos volúmenes y su simetría.
En relación al detalle constructivo, el sistema que permite esconder la junta de dilatación corresponde a una estructura liviana tipo muro cortina, lo que se logra mediante perfiles de acero, módulos traslúcidos de acrílico y vidrio. Dichos materiales se conjugan en un gran paño modulado que se monta sobre el volumen, ocultando los elementos estructurales, de forma tal que brinda unidad a la fachada.