- Área: 223 m²
- Año: 2018
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Fotografías:Milena Villalba
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Una casa que se disfruta en familia. Una casa que cambia, que se adapta, que acoge a padres, bisabuelas, hijas, yernos, nietos, a algunos de ellos o a todos a la vez. Una casa que algunas mañanas amanece en el murmullo suave de un desayuno tranquilo y otras tardes arropa el griterío de los niños que juegan, de la sobremesa que se alarga, de esa reunión de última hora. Una casa flexible, vibrante, que evoluciona con el tiempo y se transforma con las necesidades de la familia. En How Buildings Learn, Stewart Brand nos habla de las capas del tiempo e identifica la estructura como la capa más perenne y difícil de cambiar durante la vida útil de un edificio, sin contar con las condiciones del lugar.
Supeditar la estructura a una distribución funcional concreta, tarde o temprano significaría desincronizarla de la vida que contiene. Por esta razón, la casa REI, ubicada en Requena, se organiza siguiendo un sistema flexible y contenedor de diferentes usos (de templo cristiano a mercado, palacio de justicia y uso administrativo en tiempos de Roma), y que la historia se ha encargado de probar como solución eficaz y elástica: la planta basilical. La distribución se compone de tres naves. En el espacio central se dan los usos principales: comer, charlar, descansar, jugar, etc.
Las columnas, esbeltos perfiles metálicos tubulares, separan la zona central del deambulatorio, desde el que se accede al perímetro equipado. Las naves laterales se configuran a modo de sacristías, “secretarium” domésticos del siglo XXI. Esta configuración espacial va más allá del uso como vivienda “común”, dejando a los habitantes la posibilidad de transformar y apropiarse del lugar con usos inesperados. Partiendo de la idea de Robert Smithson en su ensayo Monuments of Passaic, esta vivienda se levanta como ruina antes de ser construida. Es decir, contiene toda la nueva construcción que en el futuro se construirá.
Las tres naves se pueden compartimentar a conveniencia con verjas, cortinajes o sistemas de tabiquería en seco. Unas divisiones ligeras, con un tiempo más leve que el hormigón y el metal de la estructura. En algunos puntos las tres naves se convierten en dos, o en una sola. Salen al exterior, se hacen terraza. Incluso perforan su suelo y se conectan con la planta inferior. La red tamiza la luz que ilumina los espacios centrales de la planta primera.
El falso techo aparece donde es necesario, permitiendo que el techo de las zonas centrales quede desnudo y revele la bovedilla curva de hormigón, que se convierte así en sinónimo del espacio principal. Una materialidad básica que busca la consagración de materiales profanos en esta suerte de basílica apócrifa. En definitiva, este proyecto explora una arquitectura que permite los cambios, que intenta no tiranizar la vida para congelarla en un buen “shoot”. Siempre en construcción, en acomodación, en constante cambio. Interactiva y estimulante. Como decía Aldo van Eyck: “lugar y ocasión en vez de espacio y tiempo”.