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Arquitectos: Dodds Estudio
- Área: 114 m²
- Año: 2025
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Fotografías:Fernando Schapochnik
Mirador: Un espacio para el trabajo, la contemplación y el encuentro. Desde las terrazas del barrio de Retiro en Buenos Aires, la ciudad ofrece una lectura distinta. Aparecen nuevas perspectivas de sus parques, edificios históricos y cúpulas que flotan sobre el ritmo acelerado del centro porteño. En ese juego de contrastes aparece el proyecto Mirador, como ejercicio de observación y como espacio de encuentro y pertenencia.
El proyecto partió de una intención clara: crear un espacio para favorecer el encuentro cotidiano y fortalecer los lazos entre quienes lo habitan. Se trabajó sobre la idea de una única sala capaz de adaptarse con naturalidad a las distintas necesidades de cada jornada, promoviendo la integración del equipo. Para alcanzar ese grado de flexibilidad, se diseñó un equipamiento modular a medida: mesas que se agrupan, se separan y se reconfiguran según las dinámicas del día—desde islas de trabajo y reuniones paralelas hasta grandes encuentros colectivos.
Un sistema de paneles corredizos permite transformar el espacio, generando sobre uno de sus lados una sala de reuniones privada. En sintonía con esta lógica, se desarrolló un sistema propio de alimentación eléctrica aérea: un barral suspendido en el cielorraso permite que los tomacorrientes bajen allí donde se necesiten, y luego se recojan, liberando por completo la planta. El diseño de la terraza partió de una mirada ecosistémica, entendiendo este espacio como una pequeña porción del tejido biológico urbano.
La selección de especies vegetales se realizó en articulación con la normativa paisajística de Plaza San Martín—ubicada a solo una cuadra—y en diálogo con otros jardines desarrollados por el estudio en la zona. Así, la terraza se integró como parte de un corredor biológico urbano que conecta terrazas, patios y espacios verdes, promoviendo la presencia de insectos, aves y flora nativa en altura. Entre las plantas, un marco de hierro recorta el paisaje a la distancia, señalando cúpulas y alturas como un gesto de contemplación al paisaje urbano.
La paleta material se definió a partir de una búsqueda de equilibrio entre lo lúdico y lo sobrio, entre lo profesional y lo vivencial. Se priorizaron texturas naturales, tonos neutros y materiales nobles, con acentos de color que aportan identidad y vitalidad al espacio. Se prestó especial atención a los encuentros, terminaciones y detalles constructivos, buscando una identidad coherente en todos los niveles del proyecto. Para el sector de cocina y área de café, se diseñó un mobiliario modular en acero inoxidable, pensado para adaptarse y reconfigurarse ante una eventual mudanza.
Mirador se concibió como más que una oficina: un paisaje interior que dialoga con la ciudad, que respira al ritmo de quienes lo habitan. Un espacio atento al cambio, capaz de transformarse sin perder su identidad. Un lugar donde la arquitectura sugiere formas de encuentro, promueve el bienestar y celebra el entorno. Como un mirador urbano, propone una forma de habitar atenta, conectada, en sintonía con el paisaje y con los otros.
