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Arquitectos: Leo Romano
- Año: 2024
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Fotografías:Joana França, Denilson Machado – MCA Estúdio

Descripción enviada por el equipo del proyecto. El leve voladizo de la planta baja dibuja un gesto sutil en la fachada, como si el terreno cediera un abrazo a la esquina. Los paneles actúan como cortinas entre lo público y lo privado, permitiendo que la casa respire o se repliegue según el ritmo de la vida.

La rampa no es solo acceso; es una invitación al recorrido, una transición ritual del exterior al interior. Pensando en aprovechar la superficie del terreno sin perder áreas de jardín, la implantación se ancla en un vacío intencional, resultado de la sustracción parcial de este volumen, que revela un pérgola y un espacio de contemplación. Aquí, la pareja pidió un lugar para pausar: donde los espacios sociales y privados se encuentran, sin prisa, bajo el cielo.

El patio central repite el ritmo de la fachada con listones de madera, tejiendo patrones de luz y sombra que cambian con las horas. Es una piel que filtra el día, transformándolo en atmósfera.


En el interior, el hall se despliega en estar, comedor y área gourmet, donde el muxarabi de madera natural actúa como velo. Detrás de él, la sala de TV emerge sutilmente, como un secreto entre los ambientes.


La cocina -funcional y afectiva- tiene su corazón en la isla, donde los días comienzan con café y conversaciones distendidas. Los paneles de vidrio son fronteras efímeras, disolviendo los límites entre preparar y compartir.

La calidez material de la madera se extiende por toda la residencia, convirtiéndose en un rasgo distintivo de la casa, tejida con mobiliario de diseño. Replanteado en el terreno, el área íntima se compone de un estudio, dos suites y la suite principal.

La suite principal es también un santuario: además del closet, un nicho para el silencio, un oratorio que guarda gratitud en forma de madera y fe, regalo del arquitecto que se convirtió en amigo de la pareja durante la obra.

Y al final del recorrido, la sorpresa: el baño de la suite se abre a un jardín privado, diseñado para garantizar ventilación e iluminación naturales.


Aún en el área íntima, destaca la circulación vertical que conecta con el sótano: el travertino compone el camino, mientras que las carpinterías de vidrio dejan entrar la luz. Y los brise-soleil fijos de freijó natural componen el habitar y aseguran la privacidad de las suites.

El sótano alberga una amplia cochera con muros y losa de concreto aparente, lavandería, cuarto de servicio, áreas técnicas, depósito y un cuarto de juegos. La Casa EJ no se limita a cumplir una función; invita a habitar con pausa y contemplación. Un proyecto que es más que un refugio; es una narrativa arquitectónica que traduce los ritmos de la vida en espacios sensibles y acogedores, armonizando función y poesía.
