Esquivando la suave lluvia de Bogotá, un gato de ojos color turquesa y bañado en blanco y negro merodea por la cornisa de una oficina escondida en medio de la vegetación. Un generoso ventanal de madera tamiza la luz e ilumina el interior: un escritorio, cientos de libros, carpetas amarillas y cuadros a contraluz. Cómodo en su asiento, Germán Samper (91) toma un lápiz, lo apoya sobre la piel del papel y comienza a explicarnos todo lo que habla, de la manera más sencilla y clara posible. Ya sea dando instrucciones para tomar un taxi en Bogotá o explicando las recientes modificaciones a la histórica ciudadela Colsubsidio, Samper -maestro de la arquitectura colombiana- puede expresar ideas sobre el papel con una facilidad que nos hace creer que el dibujar puede ser muy sencillo, pero es simplemente un gran truco.
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