Victor Legorreta: 'A veces, los arquitectos se toman demasiado en serio'

Victor Legorreta: 'A veces, los arquitectos se toman demasiado en serio'

Como hijo del afamado arquitecto mexicano Ricardo Legorreta, y ahora líder de la oficina a la que se integró bajo el mando de su padre en 1989, Victor Legorreta es uno de los arquitectos más reconocidos en México. En esta enrevista, la más reciente de la serie ‘City of Ideas’ de Vladimir Belogolovsky, Legorreta discute las complejidades de seguir los pasos de su padre y de cómo, según su punto de vista, se hace la buena arquitectura.

Vladimir Belogolovsky: ¿En qué tipo de proyectos estás trabajando ahora?

Victor Legorreta: Trabajamos una variedad de proyectos – aproximadamente un 60 por ciento son en México y el resto en el extranjero. La Ciudad de México se vuelve cada vez más una ciudad vertical en su intento de revertir su tendencia a crecer hacia un territorio infinito y disfuncional. Estamos trabajando sobre varias torres de uso mixto con usos comerciales, de entretenimiento, restaurantes, oficinas y residencial en un solo edificio para permitir que las personas encuentren todo lo que necesiten a su alcance, para aminorar la presión del tráfico, que es de los peores del mundo. Además estamos trabajando con la Fundación Aga Khan en dos proyectos – una universidad en Tanzania y un hospital y universidad en Uganda.

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BBVA Bancomer Tower, 2016 / LEGORRETA + Rogers Stirk Harbour + Partners. Image © Lourdes Legorreta

VB: ¿Podrías hablar acerca de crecer como el hijo de Ricardo Legorreta? ¿Crees que no tuviste opción más que convertirte en arquitecto?

VL: 

Soy el más jóven de seis hijos – tres niños y tres niñas. Soy el único arquitecto. Una de mis hermanas estudió arquitectura pero se convirtió en fotógrafa. Vivimos en una casa justo al lado de la oficina, así que estuve en medio de la arquitectura, y libros sobre arquitectura y diseño durante toda mi infancia. Aún así, mi padre nunca intentó empujarme hacia la arquitectura, y yo también batallé porque sabía que las personas siempre nos compararían. Podrían decir – mira, tú no eres tan bueno como tu padre, o algo por el estilo. [Risas.] Después, comenzó a gustarme mucho, y cuando decidí que quería ser arquitecto, por supuesto que él me apoyó.

Al principio, era rebelde. Cuando estaba en la escuela, me resistía a mostrarle mi trabajo. Cuando me gradué me dijo “¿por qué no comienzas trabajando con algunos de mis amigos?”

BBVA Bancomer Tower, 2016 / LEGORRETA + Rogers Stirk Harbour + Partners. Image © Ma. Dolores Robles-Martinez Gómez

VB: Antes de venirte a trabajar con tu padre, trabajaste en otros lugares en el extranjero. Leí que hiciste una pasantía con Oriol Bohigas en Barcelona, Fumihiko Maki en Tokio, además de que trabajaste con Aldo Rossi. ¿Es cierto? ¿Qué tan consciente fuiste de estas elecciones?

VL: Bueno, quería experimentar distintas culturas y porque mi padre conoció a tantos arquitectos alrededor del mundo, pude elegir los lugares en donde quise trabajar. Primero, me fui a Los Ángeles para trabajar en Leason Pomeroy Associates, después a Barcelona y, finalmente, a Japón. Desafortunadamente, nunca trabajé para Rossi. Fui a verlo en Nueva York donde tuvo una oficina en los noventas, pero en ese momento, mi padre recibió una invitación para participar en un concurso para un museo de niños en la Ciudad de México, así que me pidió que regresara para trabajar sobre ese proyecto juntos. Como no tenía un equipo para ese proyecto, me pidió que fuera e invitara a algunos amigos a formar un equipo de trabajo. Reuní a mis amigos y ganamos el concurso. [Risas.] El museo, el Papalote Museo del Niño y el Planetario se construyó en 1993, y nos contrataron para su remodelación en 2016.   

Papalote Children's Museum and Planetarium, 1993, planetarium 2003, renovation 2016. Image © Ma. Dolores Robles-Martinez Gómez

VB: Entonces fue un proyecto que finalmente te hizo volver y trabajar para tu padre. ¿Tenías mucho miedo de estar en su sombra? Porque al principio existió una resistencia, como mencionaste.

VL:  Sí. Bueno, mi padre era bastante joven y estaba abierto a nuevas ideas. Por otro lado, tenía una personalidad fuerte. Era dominante y tenía su manera de hacer las cosas. Yo solo tenía 24 años cuando comencé a trabajar ahí. Estaba muy emocionado y, a veces, incluso llegué a trazar mis propios bosquejos sobre los suyos, solo para hacer algo distinto. [Risas.] Teníamos una muy buena relación. Trabajamos juntos durante aproximádamente 24 años. Por supuesto, al comienzo, él tomaba todas las decisiones importantes porque yo era un niño, pero pronto comencé a involucrarme más y me hicieron socio. Al final, nuestros roles se revirtieron. Él se convirtió en mi mentor, mientras que yo dirigía la oficina. Trabajó aquí hasta el final. Lo extraño y extraño poder discutir el trabajo y pedirle sus consejos.   

Visual Arts Center, Santa Fe, 1999. Image © Lourdes Legorreta

VB: ¿Cómo resumirías su influencia en tu arquitectura y cómo afectó tu trabajo?

VL: Por supuesto, aunque no es muy popular admitirlo ahora, él tuvo un estilo arquitectónico muy fuerte y reconocible. Eso, seguramente, me influenció, pero lo que más me afectó fue la pasión que le metía a su trabajo. La arquitectura ocupaba constantemente su mente, y seguido trabajaba los fines de semana. Dedicó todos sus esfuerzos y pasión a su trabajo. Siempre intentó mejorarlo y estuvo abierto a nuevas posibilidades.

San Antonio Central Library, 1995. Image © Lourdes Legorreta

VB: ¿Alguna vez intentaste inventar tu propio estilo distintivo en oposición al de tu padre?

VL: Nunca pensé en inventar mi propio estilo, pero siempre intenté retar lo que yo consideraba que era la arquitectura de mi padre. Intenté utilizar formas y materiales que él típicamente evadía, como los muros curvos, los domos, el ladrillo. Él era muy receptivo hacia mis ideas. Pero realmente no quería hacer algo completamente distinto o mi propio estilo personal; la idea era abrir las posibilidades.

BBVA Bancomer Tower, 2016 / LEGORRETA + Rogers Stirk Harbour + Partners. Image © Ma. Dolores Robles-Martinez Gómez

VB: Tu padre fue discípulo de Barragán pero nunca trabajó con él. ¿Cómo fue la relación?

VL: Eran buenos amigos. Mientras mi padre estuvo en el consejo del MoMA de Nueva York, sugirió hacer una exposición de la obra de Barragán. En ese momento, era muy inusual enfocarse en los maestros no-europeos o americanos. Esa exposición fue curada por Emilio Ambasz, y a partir de ella Barragán se volvió famoso. Pero mi padre fue más bien discípulo de José Villagrán García, un pionero del movimiento moderno en México quien diseñó el edificio de la escuela de Arquitectura para la Universidad Nacional Autónoma de México. Mi padre trabajó con él durante diez años antes de comenzar su propia práctica en 1963. Ahí fue cuando conoció a Barragán.

Barragán era totalmente distinto. No estudió arquitectura; estudió ingeniería y practicó la arquitectura como un artista. Tuvo grandes sensibilidades y era el opuesto completo de Villagrán quien era muy eficiente y abogaba por una arquitectura racional. Barragán fue un verdadero poeta y romántico quien se tomaba un descanso a las 5 de la tarde todos los días para observar a los pájaros reunirse en la fuente de su jardín. Y creo que mi padre fue muy inteligente al tomar algo de ambos. Tomó la disciplina y organización de Villagrán y las grandes sensibilidades de Barragán. Por supuesto, también fue influenciado por las raíces mexicanas.

San Antonio Central Library, 1995. Image © Lourdes Legorreta

VB: ¿Tu padre y Barragán alguna vez colaboraron en algún proyecto?

VL: Sí, pero nunca se construyó. Alguna vez colaboraron en una pequeña fuente para un cliente que les dió carta blanca. A Barragán le tomó muchos meses completar el diseño porque siempre estaba cambiando algo. Finalmente fueron a ver al cliente y durante la presentación, Barragán dijo que aún no estaba muy seguro de que le gustara el resultado, entonces el cliente dijo – bueno, toma tu tiempo y regresa cuando estés listo. Nunca terminaron ese proyecto. [Risas.]

VB: Era un gran perfeccionista.

VL: Su intención era crear espacios que fueran absolutamente perfectos. Principalmente realizó proyectos pequeños pero tuvo éxito en dejar el mayor legado de un arquitecto mexicano.

Pabellón Hacienda Matao, 2014. Image © Cristiano Mascaro

VB: En una de tus entrevistas dijiste, “Lo más importante para nosotros es crear espacios que provoquen emociones.” ¿Puedes hablar acerca de las intenciones detrás de tu trabajo?

VL: Bueno, por supuesto que la arquitectura tiene una función. Debe protegernos de la lluvia y el viento. Eso es importante, pero lo que es aún más importante es que la arquitectura te conmueva emocionalmente. La buena arquitectura puede sentirse cuando estás dentro del espacio – significa que te sientes en casa. La arquitectura solo es buena cuando es capaz de transmitir sentimientos como comodidad, serenidad, calma. Eso requiere un gran esfuerzo. La arquitectura debe evocar sentimientos y emociones. Hay muchos arquitectos que pueden hacer edificios buenos y eficientes, pero eso no es suficiente.

Papalote Children's Museum and Planetarium, 1993, planetarium 2003, renovation 2016. Image © Ma. Dolores Robles-Martinez Gómez

VB: Alguna vez dijiste que “educar a un cliente no tiene sentido.” ¿Por qué lo crees? ¿No crees que un arquitecto siempre debería intentar hacer más de lo que pide el cliente?

VL: [Risas.] Bueno, tienes razón; no fue la mejor manera de decirlo. A lo que me refería es que educar a un cliente no tiene sentido porque suena muy arrogante. Suena como si el arquitecto supiera más que el cliente.

Visual Arts Center, Santa Fe, 1999. Image © Lourdes Legorreta

VB: Acerca de cómo diseñar un edificio – seguro. La cosa aquí es que el arquitecto quizá no sepa algo pero al hacer las preguntas apropiadas, iniciará la investigación, y el conocimiento adquirido en el proceso se compartirá con el cliente.

VL: Seguro, concuerdo contigo ahí. Pero para mí, es importante que cada cliente tenga una buena relación con el arquitecto y hasta una amistad. En mi oficina, aprendemos de nuestros clientes. Queremos saber todo acerca de nuestros clientes porque eso informa nuestros proyectos. A lo que me refería es a que nosotros, como arquitectos, debemos diseñar los edificios que nuestros clientes nos piden y no decirles qué es lo que realmente quieren. Hay arquitectos que se aprovechan de sus clientes. Por ejemplo, quizá quieras usar un cilindro no porque beneficiará al proyecto sino porque nunca lo has utilizado. Entonces el cliente tendrá un cilindro por el resto de su vida. Los arquitectos necesitan entender que ellos diseñan edificios para los clientes, no para ganar un premio. Lo importante es hacer feliz al cliente. Claro, cualquier proceso de diseño es mutuamente educativo, y debería ser mutuamente satisfactorio.

Papalote Children's Museum and Planetarium, 1993, planetarium 2003, renovation 2016. Image © Jaime Navarro

VB: También es cierto que los clientes vienen y van pero la gran arquitectura permanece. Si tuvieras que elegir algunos términos de una palabra para describir tu trabajo, ¿cuáles serían?

VL: Emocional, feliz, atemporal, enraizado en la cultura, de sitio específico.

VB: ¿Tienes algún secreto sobre hacer arquitectura que trae consigo dicha y felicidad?

VL: [Risas.] Bueno, yo diría que los arquitectos a menudo intentan sobre-intelectualizar sus teorías acerca de hacer arquitectura. Seguido me pregunto si estas teorías vienen antes o después del diseño. Entonces creo que, a veces, los arquitectos se toman demasiado en serio. Pero al final, los edificios son para las personas. Los edificios deben tener pensamiento sólido detrás y deben poder envejecer bellamente. Habiendo dicho eso, también estoy convencido de que los edificios deben tener un elemento de sorpresa. Necesitan proporcionar una experiencia emocional. De nuevo, debemos intentar no ser demasiado serios acerca de la teoría de los edificios.

Postgraduate Building, Faculty of Economics, UNAM, 2010. Image © Allen Vallejo

VB: ¿No crees además que para que las personas sean felices en los edificios, la arquitectura debe tomar un paso hacia atrás, desaparecer? ¿Hacer feliz a las personas es la meta correcto para los arquitectos?

VL: Bueno, lo que sí sé es que la buena arquitectura no debería imponer; no debería hacer sentir incómodas o restringidas a las personas. La arquitectura nos debería hacer sentir felices, cómodos, a salvo.

VB: Creo que los arquitectos y los clientes sí tienen distintas metas y que es esa tensión y la determinación del arquitecto de retar a sus clientes y a las convenciones de sus clientes las que llevan al tipo de arquitectura que es intelectualmente y emocionalmente aventurera. La felicidad es un término relativo. ¿Acaso el hecho de que alguien sea feliz dentro de un edificio lo hace buena arquitectura? ¿Crees que la comodidad es sinónimo de buena arquitectura?

VL: Sí, la comodidad es una cualidad importante de la buena arquitectura. Pero seguro la buena arquitectura va más allá de la comodidad. La buena arquitectura se trata de gozar. La buena arquitectura es el tipo de lugar al que quieres regresar.

Pabellón Hacienda Matao, 2014. Image © Cristiano Mascaro

Vladimir Belogolovsky se graduó de la Cooper Union School of Architecture en 1996 y trabajó como arquitecto hasta formar Curatorial Project en 2008 en la Ciudad de Nueva York, enfocado en curar y diseñar exposiciones de arquitectura alrededor del mundo. Desde 2002, ha entrevistado a más de 250 arquitectos reconocidos internacionalmente para numerosas publicaciones y dos libros –Conversations with Architects: In the Age of Celebrity (DOM Publishers, 2015) y Conversations with Peter Eisenman: The Evolution of Architectural Style (DOM Publishers, 2016). Entre sus demás libros se encuentran Harry Seidler: The Exhibition (Oscar Riera Ojeda Publishers, 2017); Harry Seidler: Lifework (Rizzoli, 2014); y Soviet Modernism 1955-1985 (Tatlin, 2010). Entre sus numerosas exposiciones están: Harry Seidler: Painting Toward Architecture (Tour Mundial, desde 2012); Emilio Ambasz: Architecture Toward Nature (Tour Mundial, since 2017); Colombia Transformed (Tour Americano, 2012-15); New York: Grid City (Bienal de Arquitectura de Moscú, 2014); GreenHouse (Central Exhibition Hall Manezh, Moscú, 2009); y Chess Game (Pabellón Ruso en la décimo primera Bienal de Arquitectura de Venecia, 2008). El curador ha impartido conferencias en universidades y museos en más de 20 países.

La columna de Belogolovsky, City of Ideas, presenta a los lectores de ArchDaily sus últimas conversaciones con los más innovadores arquitectos de alrededor del mundo.

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Sobre este autor/a
Cita: Belogolovsky, Vladimir. "Victor Legorreta: 'A veces, los arquitectos se toman demasiado en serio'" [Victor Legorreta: “Sometimes, Architects Take Themselves Too Seriously”] 16 nov 2017. ArchDaily Perú. (Trad. Zatarain, Karina) Accedido el . <https://www.archdaily.pe/pe/883827/victor-legorreta-a-veces-los-arquitectos-se-toman-demasiado-en-serio> ISSN 0719-8914

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