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Arquitectos: Besonias Almeida Arquitectos
- Área: 288 m²
- Año: 2021
Los puentes y pasarelas son elementos de circulación horizontal que permiten establecer una conexión física entre los espacios interiores o exteriores de un proyecto para resolver su articulación y salvar, en algunos casos, los desniveles existentes entre los mismos. Estas estructuras suspendidas potencian las conexiones visuales entre los diferentes niveles y habilitan, a través de recorridos más dinámicos, la producción de secuencias intencionadas de encuadres.
En los proyectos de vivienda colectiva, apartamentos y conjuntos residenciales, las intenciones proyectuales respecto a las espacialidades o las atmósferas suelen concentrarse en los espacios donde los habitantes pasan la mayor parte de su tiempo: el interior de las unidades de viviendas y, de haberlo, los sectores de uso común –gimnasios, salones de usos múltiples, etc-. Los espacios de circulación, en cambio, son tomados como “zonas de paso”, por lo que muchas veces terminan respondiendo más a cuestiones funcionales que espaciales.
Operar en entornos urbanos genera que, en la mayoría de los casos, debamos tomar decisiones respecto a las preexistencias materiales. El incremento en la densidad de las ciudades ha afectado directamente en el porcentaje de espacio que se encuentra libre para desarrollar construcciones nuevas e independientes, dando lugar a debates entorno a qué posición debemos tomar frente al patrimonio construido que ha quedado obsoleto -por su detrimento o por no poder responder a las necesidades funcionales de la población contemporánea-. En situaciones donde las construcciones se encuentran demasiado deterioradas o los nuevos proyectos distan mucho de las posibilidades espaciales que un edificio antiguo puede brindar, conservar únicamente la fachada -a modo de envolvente exterior, casi como un elemento epidérmico- puede presentarse como una solución parcial que permite preservar, en parte, el carácter urbano de una obra si esta posee algún valor público o cultural. La controversia surge, por supuesto, de la falta de relación o vínculo entre el interior –transformado- y el exterior –conservado-.
Si bien la construcción en piedra es una técnica constructiva ancestral, el potencial expresivo, las texturas, la eficiencia y la perdurabilidad en el tiempo de este material han fomentado su continua utilización a través del tiempo. La robustez, rusticidad, integridad y el gran abanico de tramas y variaciones que permiten generar, han producido que muchos arquitectos valoren a los elementos pétreos y los incorporen como recursos constructivos en sus proyectos.
A la hora de diseñar locales gastronómicos, aspectos tales como la configuración de los espacios, la correcta distribución del equipamiento, la selección del material y la organización de las circulaciones, influirán notablemente en la percepción que los usuarios tendrán de los mismos. Si bien la eficiencia aparece como una búsqueda común en todos los proyectos, otras cuestiones como el vínculo con el espacio público, las atmósferas interiores o el grado de privacidad dependerán del destino particular de cada local y del público al que se encuentren destinados.
Ya sea como cerramiento de un sistema constructivo en seco –como Steel frame o Wood frame, montándose sobre armazones constituidos por perfiles de acero o madera-, o como revestimiento exterior en obras construidas con sistemas tradicionales, la chapa acanalada se presenta como una opción ventajosa a la hora de materializar las terminaciones exteriores de un proyecto arquitectónico debido a su economía, su mínimo mantenimiento y su versatilidad, permitiendo materializar tanto cerramientos verticales como cubiertas.
En los edificios destinados al desarrollo de actividades laborales, el correcto diseño de los espacios cumple un rol fundamental. La consideración de variables como la iluminación, la aislación sonora, la relación entre los puestos de trabajo o la altura de los espacios permite en muchos casos optimizar el rendimiento de las empresas garantizando, a la vez, el confort de sus usuarios. Los requerimientos específicos dependerán del destino del edificio, donde ciertas actividades requerirán de mayor concentración y otras, en cambio, precisarán de la interacción entre sus protagonistas, dando lugar al desarrollo de procesos colaborativos. La arquitectura deberá poder brindar soluciones a estos requerimientos considerando, incluso, la posibilidad de que las actividades se transformen a lo largo del tiempo.
Probablemente, el hormigón sea uno de los materiales más utilizados en obras de arquitectura de gran envergadura. En Argentina, cuando se trata de edificios en altura –como es el caso de los edificios de departamentos-, la utilización del mismo suele ofrecer ciertas ventajas asociadas a la resistencia y los tiempos de ejecución, por lo que este sistema se ha posicionado como una de las soluciones predilectas adoptadas por un gran número de arquitectos. La reivindicación actual del valor estético de las estructuras construidas en hormigón ha comenzando a marcar una tendencia en la aplicación del mismo de manera vista –es decir, sin revestimientos adicionales- por lo que muchos proyectistas han decidido aprovechar las cualidades expresivas del material para experimentar con sus terminaciones en los espacios interiores.
Ofreciendo un alto grado de libertad formal y gracias a sus atractivas capacidades plásticas, el hormigón se posiciona como uno de los materiales más elegidos a lo largo de todo el mundo en el campo de la arquitectura. Particularmente en Argentina, su durabilidad, maleabilidad y resistencia al clima ha fomentado una amplia aceptación de su uso, definiéndose como uno de los recursos constructivos más elegidos a la hora de diseñar y materializar un proyecto -desde museos, hoteles, hospitales y otros edificios de gran escala, hasta pequeñas casas y pabellones-
Los estanques y espejos de agua se utilizan con mucha frecuencia en los proyectos de arquitectura. Los mismos contribuyen a mejorar, en gran medida, los parámetros de confort térmico de los edificios, comportándose como reguladores ambientales. Además de sus beneficios técnicos, los mismos se presentan como elementos de interés estético, creando situaciones espaciales con atmósferas cambiantes, influidas por los efectos de la luz incidiendo sobre la superficie del agua en movimiento.