El hormigón es el material con mayor intensidad de carbono que se encuentra en el entorno construido, y la tierra apisonada es una alternativa viable, al menos para proyectos de cierta escala. El estudio de arquitectura con sede en San Antonio Lake | Flato ha optado por la tierra embestida en dos de sus proyectos residenciales, como este en el oeste de Texas. Cortesía de Kyle Melgaard / Pilgrim Building Company
Los profesionales finalmente han comenzado a tomar en cuenta el carbono emitido por los nuevos edificios. ¿Será demasiado tarde?
He comenzado a llamarlo "momento de carbono"; cuando las campanas de alarma interna comienzan a sonar al registrar los devastadores costos ecológicos de cada superficie artificial a tu alrededor. Cada acera por la que has caminado, cada edificio por el que has entrado, y cada material dentro de esos edificios. Es el tipo de cosas que no puedes dejar de ver una vez que comienzas a buscar, el tipo de conocimiento que puede transformar una visión del mundo o el pensamiento de una oficina.
Todas las actividades humanas afectan al medio ambiente. Algunas menos, algunas mucho más. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el sector de la construcción es responsable de hasta el 30% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Actividades como la minería, el procesamiento, el transporte, las operaciones industriales y la combinación de productos químicos dan como resultado la liberación de gases como CO2, CH4, N2O, O3, halocarbonos y vapor de agua. Cuando estos gases se liberan a la atmósfera, absorben una porción de los rayos del sol y los redistribuyen en forma de radiación en la atmósfera, calentando nuestro planeta. Con una cantidad desenfrenada de gases liberados diariamente, esta capa se espesa, lo que hace que la radiación solar ingrese y no pueda salir del planeta, causando impactos incalculables para la humanidad, como la desertificación, el derretimiento de los hielos, la escasez de agua, y la intensificación de las tormentas, huracanes, inundaciones, modificando los ecosistemas y reduciendo la biodiversidad.
Como arquitectos, una de nuestras mayores preocupaciones debiese ser la reducción de las emisiones de carbono incorporadas en los edificios. Ser capaces de medir, cuantificar y calificar sus impactos es un buen camino para comenzar.
De todas las emisiones globales de carbono, el 18% proviene de solo 100 ciudades, a pesar de que la mitad de la población mundial vive en áreas urbanas. Este es uno de los hallazgos del estudio titulado Carbon footprints of 13 000 cities, desarrollado por un equipo internacional de investigadores. La encuesta comparó la huella de carbono de 13,000 ciudades con base en datos de emisiones nacionales, perfiles de consumidores urbanos y rurales, población e ingresos de la ciudad.