Olvidemos lo "Post-Digital": La innovación en la arquitectura apenas comienza

Este artículo fue originalmente publicado en Metropolis Magazine como "The Post-Digital Will Be Even More Digital, Says Mario Carpo."

Las presentaciones o lanzamientos de libros son del pasado. Se podría argumentar que lo mismo se aplica a los libros impresos; pero a la fecha habemos muchos que todavía leemos y escribimos libros, sin embargo, no encuentro muchas razones para seguir presentándolos en librerías de ladrillo y concreto o lugares similares. Mis amigos de la industria editorial me dicen que un solo tweet o hashtag exitoso en Instagram, puede vender más copias que el lanzamiento de un libro y seguramente a un costo menor. Además, uno de los aspectos más desconcertantes de los lanzamientos de libros es que, tradicionalmente, –y recuerdo que ya era el caso cuando era estudiante– una fracción significativa del público presente tiende a ser visceral y vocalmente hostil al tema del libro que se presenta. ¿Por qué los lectores que no les gusta un libro como una simple cuestión de principios se toman el tiempo para leerlo en su totalidad y luego desahogar su ira contra su autor? No lo sé; pero esto es para decir que después de haber publicado un libro el otoño pasado titulado The Second Digital Turn: Design Beyond Intelligence, tuve muchas oportunidades, en el transcurso de los últimos meses, de recoger un vasto repertorio de lugares comunes tecnófobos. Principalmente se destacó entre ellos, debido a su extravagancia, la objeción de que la innovación digital ya habría seguido su curso: habiéndose adaptado y adoptado a algunas nuevas herramientas y tecnologías con las que los arquitectos habían avanzado, libres por fin para obtener volviendo a las cosas que realmente les importan (cualquiera que sean).

Como descubrí hace poco, ese argumento es también el pilar teórico del llamado movimiento post-digital, abogando por el uso despreocupado de las tecnologías viejas y nuevas en la búsqueda de objetivos arquitectónicos más elevados. Ningún arquitecto se opondría a eso, evidentemente, pero el proyecto PoDig se basa en al menos una premisa falsa. El ciclo de la innovación digital está lejos de haber terminado. Sí, nos hemos acostumbrado al correo electrónico, a procesar textos y a Photoshop; pero encontramos la mera posibilidad de autos confiables sin conductor amenazantes y apocalípticos, nos molestan las capacidades predictivas de los motores de búsqueda y las redes sociales que sin embargo seguimos alimentando con contenido, y cuando una computadora gana contra los mejores campeones humanos en un juego de ajedrez, o lo vemos como el heraldo de algún declive histórico de nuestra civilización, o simplemente como el fin del mundo. De hecho, la mayoría de las aplicaciones de la inteligencia artificial, incluso las más pedestres, aún despiertan sentimientos profundos, a menudo de incomodidad, alarma e incredulidad. Y con razón, ya que hay muchas razones para estar preocupado o emocionado por la inteligencia artificial en este momento. Pero no importa qué tan alto o bajo mire, lo único que no encuentro es indiferencia. Nadie parece estar argumentando a favor de la indiferencia tecnológica en este momento: absolutamente nadie, excepto, al parecer, algunos arquitectos. Así que perdónenme por suponer, a falta de una mejor explicación, que el argumento de PoDig puede ser poco sincero: una artimaña de guerra diseñada por un lobby de buenos viejos tecno-bashers disfrazados, de los cuales las profesiones del diseño nunca dejan de generar grupos estables, con solo variaciones marginales en calidad y cantidad a lo largo del tiempo.

En cuanto a la inteligencia artificial en sí misma, la fuente de tanta exageración, miedo y aversión hoy, eso está lejos de ser una novedad. El término ya era ampliamente utilizado en las décadas de 1950 y 1960, cuando los pioneros de la cibernética pensaron que los cerebros electrónicos debían imitar la forma en que pensamos y replicar las lógicas formales de la mente humana. Ese proyecto falló, espectacularmente, en el sentido de que nunca produjo ningún resultado útil, y la inteligencia artificial pronto fue relegada al basurero de la historia técnica. Durante casi dos años y algunos más, –digamos desde mediados de la década de 1970 hasta más o menos ahora– el término "inteligencia artificial" simplemente fue olvidado. Si se revive ahora, casi tan espectacularmente como una vez se deshizo, es porque la IA hoy, ha comenzado a funcionar sorprendentemente bien. Sin embargo, a diferencia de la IA de la era cibernética, la IA de hoy ni siquiera intenta imitar la lógica de la mente humana. Por el contrario, la computación electrónica avanzada ahora puede resolver problemas aparentemente insolubles, problemas que no podríamos resolver de otra manera, precisamente porque las computadoras parecen haber desarrollado su propia lógica, su propio método científico y su propia forma de pensar, que es bastante diferente de la nuestra Las computadoras no piensan de la manera en que pensamos debido a una diferencia estructural simple pero drástica entre nuestra mente y la de ellos: a diferencia de las computadoras, nunca estuvimos programados para los manejar macrodatos. Lo que hoy llamamos "big data" significa, simplemente, datos demasiado grandes para la menta humana, pero sí para las computadoras.

De lo anterior se desprende que las computadoras pueden anotar, calcular y fabricar edificios, de manera diferente a lo que siempre hemos hecho. Piensa en las notaciones geométricas: la medición de la posición en el espacio de todas las partes de un edificio que solíamos dibujar en planos, elevaciones y secciones. Ningún diseñador humano podría concebir una construcción hecha de cuatro millones de partículas diferentes, cada una individualmente anotada en el espacio, porque ninguna mente humana podría asimilar esa información. Esta es la razón por la cual nuestras anotaciones (humanas) tienden a simplificar los edificios, convirtiendo la desordenada complejidad de la naturaleza en figuras geométricas más delgadas, que podemos dibujar más fácilmente con líneas, o guiones matemáticos. Las computadoras no necesitan nada de eso. Si un problema determinado puede resolverse mejor con el ensamblaje robótico de cuatro billones de partículas tridimensionales diferentes y minúsculas, pueden hacerlo. Lo mismo ocurre con la ingeniería estructural, cuando las computadoras pueden optimizar cualquier estructura simplemente probando, secuencialmente, cuatro millones de soluciones diferentes; entre tantas, no se necesita ningún grado de inteligencia, ya sea natural o artificial, para encontrar una que haga el trabajo y resuelve el problema en cuestión. Pero nosotros (los humanos) no podemos trabajar de esa manera, porque nos tomaría mucho tiempo.

Evidentemente, los edificios concebidos, calculados y construidos de esa manera tienden a parecer muy diferentes de cualquier cosa que hayamos diseñado. También tienden a ajustarse mejor a las especificaciones (es decir, más fuertes o más ligeras o más baratas o cualquiera que sea la especificación que elijamos optimizar) porque ese es el espíritu del juego: ahí es donde la tecnología nos supera. Eso no me parece una perspectiva que los arquitectos deban menospreciar con una negligencia benigna. Ya sabemos cuál fue el primer giro digital, por lo que ya podríamos adivinar cuál será el segundo giro digital. El primero fue sobre bits y átomos. El próximo será sobre bits y neuronas. La innovación apenas comienza, nos guste o no.

Mario Carpo es el profesor de Historia y Teoría de la Arquitectura de Reyner Banham en Bartlett, UCL, Londres. Su última monografía, The Second Digital Turn: Design Beyond Intelligence, ha sido recientemente publicada por el MIT Press.

Sobre este autor/a
Cita: Carpo, Mario. "Olvidemos lo "Post-Digital": La innovación en la arquitectura apenas comienza" [Forget "Post-Digital": Why Technological Innovation in Architecture is Only Just Getting Started] 30 jul 2018. ArchDaily Perú. (Trad. Arellano, Mónica) Accedido el . <https://www.archdaily.pe/pe/898771/forget-post-digital-why-technological-innovation-in-architecture-is-only-just-getting-started> ISSN 0719-8914

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