Daniel Bonilla y Marcela Albornoz sobre la crisis: “Uno se reduce, se reinventa, y vuelve a florecer"

En el comienzo de la coyuntura del confinamiento en ArchDaily estuvimos haciendo una serie de entrevistas y charlas en un formato más informal. Este nos permitió compartir un espacio a través de Instagram Live con algunas de las prácticas más influyentes de la arquitectura contemporánea en cada uno de nuestros sitios locales y el mundo.

En este caso les traemos la conversación que tuvimos en nuestro sitio de Colombia con los fundadores de una de las oficinas más renombradas a nivel nacional e internacional. Se trata de Daniel Bonilla y Marcela Albornoz líderes del taller de arquitectura de bogotá. A continuación pueden encontrar la transcripción.

Santiago Baraya: Entiendo que la práctica de ustedes también inició en momentos de crisis. ¿Cómo han abordado esta?

Daniel y Marcela - 1997. Image Cortesía de taller de arquitectura de bogotá

Marcela Albornoz: En este espacio más informal queremos contarles un poco quiénes somos y contarles un poco la historia de nuestra vida, porque esto es un cuento. Nosotros arrancamos en 1997, con una crisis muy fuerte, distinta de esta, pero crisis al fin y al cabo, donde la incertidumbre también nos tocó fibras. Éramos muy jóvenes, recibimos un país dolido, difícil. Yo trabajaba con mi padre - también arquitecto- en su oficina y entramos a una crisis de la construcción muy fuerte. Su oficina casi desaparece y en ese momento yo estaba embarazada. 

Daniel en ese momento era el arquitecto director de diseño de la constructora Ospinas, quienes tras entrar en ley de quiebras, lo despiden. El panorama era el siguiente: Dos niñitas, una recién nacida y nosotros dos prácticamente sin trabajo; dos hijas y dos desempleados. 

Estábamos prácticamente en un duelo, como el que estamos viviendo ahora, porque teníamos una pérdida de la vida que conocíamos y la vida que habíamos planeado. Nos estaban cambiando la realidad. En ese momento, uno trataba de ver una luz al final del túnel. Hoy estamos en un túnel en el que no vemos luz. Estamos viviendo otra vez con incertidumbre, como adaptándonos a este túnel oscuro donde cada vez nos movemos mejor.

Daniel Bonilla: Al final, el cuento es que detrás de la crisis hay como dos teorías aprendías de esa época y en general, cuando se arranca en crisis todo lo que viene, en general es mejor. Cuando estás arrancando en una situación tan adversa casi que todas las cosas que empiezan a pasar siempre son mejores. Creo que esta es una de las cosas que uno tiene que ver hoy. Hay que ser optimista porque al final está todo por hacerse acá. Estas épocas lo maduran a uno, lo robustecen y le dan carácter.

SB: Las técnicas de representación han cambiado considerablemente desde ese entonces, ¿no?

DB: En esa foto hay una cosa increíble, es spray paint, una de esas cosas de pegar de en spray, que hoy todos conocen, pero en ese momento - en Londres- era una cosa requete avanzada. Lo que hacíamos era que echábamos tijera a los dibujos, echábamos spray y pegábamos y así hacíamos las imágenes. El Photoshop era cortando, pegando y con la fotocopiadora ampliando y reduciendo, absolutamente maravilloso esa manera de hacer collage manual.

Además de esa manera diferente de hacer las cosas, un día me confrontaron por mi manera de vestir. Básicamente me dijeron que yo no planchaba la ropa, entonces no estaba cumpliendo con la buena etiqueta la oficina, que era llevar corbata y vestirse a lo inglés.

SB: ¿Cómo fueron las primeras exploraciones arquitectónicas de tab?

Bolardo de Bogotá. Image Cortesía de taller de arquitectura de bogotá

MA: Tratamos de arrancar con cosas súper simples y elementales. Uno de nuestros primeros diseños fueron los bolardos para Bogotá que fue como punto de inicio. Y hoy, 22 años después, ya terminamos con La clínica Los Cobos, un proyecto de una envergadura super compleja. Entonces, digamos que si hemos tenido una trayectoria desde lo mínimo hasta el complejo, pero arrancamos con un punto. 

Por otro lado, las otras hemos tenido proyectos detonantes que nos han dado una luz distinta como el pabellón de Colombia en Hannover, Alemania, que fue la primera vez que Colombia participaba en una expo internacional donde nos pasó el honor de ganar un concurso y nuestro primer proyecto puesto en tierras lejanas.

DB: Y es que lo que es interesante es que fue la primera vez que Colombia con un edificio, porque siempre había alquilado stands, pero esta era la primera vez que Colombia participa con un edificio. Fue un concurso organizado por la SCA y al final lo que es interesantísimo en este concurso es que los jurados sacaron un marcador de puntos. Nosotros quedamos empatados con Giancarlo Mazzanti de primeros, con los mismos números. Finalmente el Jurado en su discusión escogió este proyecto porque era más fácil de transportar. Estaba basado en una pieza industrial grande que es mediante contenedores, La fabricaban en Colombia, la mandaban y allá la armaban. Fue un proyecto vistoso y era un edificio de pequeños a 1.400 m2, pero obviamente tenía un significado grande. Digamos que tenía un impacto con respecto a que reconocieran el nombre de lo que estamos haciendo, que la gente sintiera que había un grupo de arquitectos jóvenes que estaban haciendo cosas. Y claro, no es por el tamaño del proyecto, pero si hay unos que tienen más significancia para uno.

MA: Además era el símbolo de la Colombia en el exterior, era una vitrina para Colombia y tiene la impresión que después se trasladó reutilizado y puesto en un parque. Hoy está vigente en Wolfsburg, tras ser subastada entre dos ciudades alemanas y dos colombianas. Actualmente es un restaurante llamado Kolumbianischer Pavillon donde sirven comida de todo Latinoamérica, entonces además de la arquitectura, hoy en día sigue representando nuestra cultura y la de todo el continente.

SB: Hay proyectos detonantes que hoy en día siguen siendo discutidos como las capillas de Los Nogales y la Porciúncula La Milagrosa.

Capilla Los Noglaes, Bogotá. Image © Ricardo Amado fotografía

DB: ¡Si! Nuevamente lo mismo, este es un edificio de 300m2, es una piezas realmente pequeña. Pero finalmente lo que tiene maravilloso la arquitectura es que no importa el tamaño. Yo diría que la experiencia que hemos tenido es que entre más pequeño, mejor podemos trabajar en la pieza con respecto a la parte emotiva, a la filigrana y al detalle. Y tenemos mucho más control del proceso de obra.

MA: El gran beneficio de estas dos capillas fueron los clientes pues nos permitieron y se dejaron convencer de hacer algo distinto. Si no hubiera sido por ellos, estas capillas no serían hoy nuestros huesitos de gallina de oro, como les dice el arquitecto chileno Felipe Assadi, porque las hemos sacado a todos los cursos y a todas las publicaciones.

Porciúncula La Milagrosa, La Calera. Image Cortesía de taller de arquitectura de bogotá

DB: Digamos que son proyectos que plantearon una discusión detrás y era si la arquitectura podía ser flexible por la arquitectura, que es lo que yo he contado en las charlas. Pero finalmente, si fueron dos piecitas que coincidieron y que tuvieron como mucho interés. Además en paralelo al momento, en el cual realmente estaba arrancando todo el tema de comunicación por internet, como con ArchDaily. Y en paralelo, también pudiéndolas mandar eventos internacionales, cuando eran gratis, como The Architectural Review. Y lo bueno de las publicaciones y los eventos, es que así la gente ve lo que uno hace y se interesan por ello, desde la academia hasta los clientes. No es de la noche a la mañana, se toma un tiempo, pero afortunadamente, para nosotros, desde ese entonces el teléfono no ha parado de sonar. No soy muy bueno con el marketing - a diferencia de Marie que si maneja más las redes-. Lo que es relevante de toda esta cosa es que a nadie lo llama porque si, y que hay que tener paciencia, y por otro lado, si uno sabe como divulgar, es un valor agregado, pues los arquitectos no solos muy buenos, pues no nos enseñan a hacernos marketing.

SB: En ArchDaily nos enfocamos mucho en la Data, y es evidente que proyectos como estos siguen siendo hoy tan exitosos como lo fueron cuando se publicaron en un principio. Inclusive en la charla que Daniel dio recientemente para la Cooper Union, usó estos ejemplos como una arquitectura que se transforma. ¿Creen que de esta manera, las obras en sí y su pensamiento arquitenctónico son su propio marketing que al final hacen que perduren independientes a la temporalidad?

Planta capilla Los Nogales. Image Cortesía de taller de arquitectura de bogotá

MA: Yo creo que es una de las cosas más bonitas que tiene la arquitectura cuando no puede romper el caparazón de la misma y salirse hacia la vida y hacia la sociedad. 

DB: Si, y es que al final termina llegando el trabajo porque se está haciendo algo bien, algo que sea interesante, sabe llevar el proceso con los clientes. Para nosotros es muy raro que nos peleemos con clientes. Nos interesa escucharlos, tratamos de sacarle valorar a lo que opinan. En ese sentido somos bastante dóciles. Y nos parece que de la relación de respeto que se construye a través de lo que hace, y seguramente ahí supimos que el cliente y su satisfacción se vuelve su mejor marketing. Porque si alguien los llama nos pregunta ¿cómo les fue?, ese cómo les fue es clave. Si la persona quedó contenta con la experiencia, pues seguramente lo van a recomendar a uno. Y si no, pues van a decir: “no, ni se le ocurra llamar a ese señor”.
Entonces digamos que es eso. Pero insisto, no sabemos cómo hacer marketing, no nos han enseñado en la universidad y en la vida tampoco lo hemos puesto como tarea, que yo creo que no está bien del todo, porque finalmente uno sí tiene que aprovechar lo que tiene y tratar de divulgarlo, ya sea a través de las plataformas que hay o en cualquier forma. Para mí el marketing es una labor valida. Hay que aprender de eso y es un mecanismo válido para conseguir trabajo, sin duda. 

SB: Cuéntenos un poco de cómo los proyectos generan necesidad 

Primaria Colegio Anlgo Colombiano, Bogotá. Image © Rodrigo Dávila

DB: Creo que en los proyectos que generan la necesidad, les influye mucho el momento histórico. A mí me encanta el momento histórico que vivimos con todo y que ahorita particularmente está nublado. Vivimos una época excepcional con respecto a las posibilidades de comunicarse, de pensar, de recibir información y educarse con los demás. Es una cosa maravillosa. Entonces parte de lo que ha pasado es que el país ha transicionado de un estándar a otro y a nosotros nos tocó la coincidencia de ese paso. Entonces proyectos como un colegio, genera necesidades por el simple hecho que cierta institución académica quiso hacer bien un edificio. El resultado fue positivo, pero eso subió el estándar. Y entonces ese estándar que se subió generó que otro colegio, institución educativa u otra corporación promotora de proyectos, etcétera. Quisiera también montarse en ese tren y decir: si, el valor de la arquitectura es importante y debemos cultivarlo”. Entonces, digamos que ahí termina un grupo de gente, no solo nosotros, sino muchas otras oficinas, que han tenido la maravillosa oportunidad de participar en proyectos educativos.

MA: Además, tiene un repliegues social muy interesante. Arrancamos con un estándar alto y terminamos con colegios públicos y universidades públicas. Cuando el Estado siente la necesidad de mejorar sus estructuras y encuentra el beneficio es totalmente gratificante porque estamos mejorando la calidad de vida a nivel de toda la población. 

DB: Así es cómo debería ser. Todos deberíamos tener las mismas oportunidades, y ese es un potencial que tienen los concursos de arquitectura. 

SB: ¿Cómo creen ustedes que podría llevarse a la conciencia - ahora que en esta coyuntura pandémica todos estamos experimentando la empatía, literalmente, en que los que tenemos el privilegio de tener un techo, sin importar cuál sea, estamos resguardados en nuestras casas-, bien sea a través de la gestión o de la arquitectura? 

MA: Yo creo que siempre se genera la necesidad y esta viene con una réplica, una imagen que se va proyectando en los otros. Esta semana oía una charla donde preguntaban cuál iba a ser el efecto inmobiliario después de esta crisis. Entonces nos decían que siempre nos habían enseñado que la localización era lo más importante en un proyecto inmobiliario. Nos enseñaron, por ejemplo, que las oficinas teníamos un estándar muy alto de trabajo. Todos estamos en las casas trabajando de una manera no tan cómoda como estábamos en las oficinas. Entonces esto va a generar una necesidad en nuestros hogares, porque finalmente el teletrabajo se va a imponer, pero vamos a tener que estar cómodos haciendo teletrabajo desde nuestras casas y esa necesidad se va a generar. Los apartamentos mínimos que estamos viendo, van a pasar a ser un poco obsoleto, porqué van a tener que tener una doble función y una finalidad más importante a la vida diaria pues tienen que ser también el lugar de trabajo. 

Es un cambio de aspiraciones. Es una necesidad que se quiera que todos los que están en la casa se den cuenta de que el espacio que tienen es pequeño.

DB: Al mismo tiempo estamos aprendiendo que podemos trabajar desde la casa y que está bien reunirnos mediante este tipo de medios (Instagram Live), en fin.
Cuando  se tienen una ciudad congestionada y la necesidad de moverse es difícil, digamos que se acompleja el día a día. Es bueno encontrar que hay otra forma de hacer las cosas. Esta situación nos resulta en la posibilidad ahora de descongestionar un poquito la ciudad, movernos un poco menos y a tener mejor calidad de vida. O sea, es una reflexión a las malas la que nos tocó, pero que efectivamente puede producir muchas cosas buenas.

SB: Mencionaron al principio de la conversación que siempre han sido un equipo. ¿Podrían hablarnos de este valor?

Equipo tab 2020. Image Cortesía de taller de arquitectura de bogotá

MA: Esta es la parte más gratificante, todo el equipo de trabajo que nos ha acompañado en estos veintitantos años, que han sido muchas las personas por las que ha pasado. Y si yo tuviera que hacer un tamizaje de las cosas más valiosas de la práctica, esta sería la gente. Tengo un agradecimiento infinito a todas las personas que nos acompañan y han acompañado, porque ha sido difícil, pero vamos y se ha podido. 

DB: lo que tiene interesante esta última foto es que es super actualizada, todos remotos, todos en nuestras casas. Ahí estamos las 15 personas en total que estamos trabajando en este momento. Hay un grupo de 5 practicantes, hay personas dentro de sus equipos, pues sube equipos, hay personas con mayor liderazgo. Es justo entonces nombrar así, por líneas los nombres:
Comenzando por arriba, Manuela, después Sara (ambas practicantes), después Yenny, que nuestra asistente general de la oficina, Gabi arquitecta. En la segunda fila: Laura, Mariana, Pablo y otra Laura. Más abajo: otra Gaby, yo, Marcela y Manuel (practicante). Y en la línea de abajo está David (practicante) , Mariale, que es arquitecta asociada, y finalmente Checho (Cesar Grisales), Ambos manejan altos cargos de responsabilidad en la oficina.

Entonces digamos que si la gratitud con el equipo. Nosotros, si finalmente uno lidera procesos, se pone de acuerdo con ellos. Son personas que siempre les advertimos que tienen la posibilidad opinar en los procesos de participar lo más abierto  y contributivo posible.

SB: Nos hicieron una pregunta que me causaba curiosidad. Ustedes en esa foto aparecen con ningún orden en especial, y taller de arquitectura de bogotá es en minúsculas - hasta el nombre de la ciudad- ¿Hay alguna razón especial para mantener un perfil bajo? 

MA: Digamos que si es una cosa filosófica. Realmente tratar de hacer organizaciones horizontales es muy complicado. A veces no se percibe así, pero debería ser así; si ves nuestras mesas son todas iguales, en este sentido no hay una preferencia por jerarquías.

DB: Sí, creo en la equidad del ser humano, todos tenemos la misma posibilidad. En un mundo ideal todos deberíamos tener una equidad en la forma de habitar. Eso es más complejo que lo que digo, por supuesto. Pero siempre nos ha interesado trabajar con sencillez y, no nos interesa el alarde. Además las mayúsculas no nos gustan, entonces quedan muy bien las minúsculas.

SB: ¿Podrían hablarnos de un factor que ha formado mucho a su practica: los concursos? 

Cortesía de taller de arquitectura de bogotá

DB: Hace un tiempo nos invitarnos a dar una charla en la SCA. Lo que hicimos fue una matemática básica con los concursos hechos entre 1998 y 2019. Finalmente, nos sirvió para entender que logros hemos tenido con respecto a todo esto.
Llegar a hacer concursos, es una herramienta única en Colombia, es el único país en el continente que tiene esta posibilidad de que por mérito profesional uno logra tener encargos. Y lo que es maravilloso es que nosotros, de hecho, empezamos haciendo más concursos públicos que privados, y ahora hacemos más privados que públicos. Esto resulta porque hacer uno público es lo más difícil porque cada vez es más competitiva. Hay un grupo de gente joven, súper capaz, super buena, haciendo concursos, muy buenos arquitectos. Estos van llegando y lo van relevando a uno, y está bien que venga gente así, que lo vayan sacando a uno de la escena.

Hay todo un dilema sobre si uno hace un concurso o no, porque además es muy costoso, pues cada vez son más exigentes. Entonces, no es que usted lo pueda hacer de a raticos o lo pueda hacer de noche, no, tiene que dedicarle tiempo completo. Gasta muchas horas y mucha inversión. Entonces hay un gran dilema, y era lo que yo planteaba en la charla de la SCA. Lo que planteábamos era el dilema entre tomar esa oportunidad, hacer los concursos y tener oportunidades en aspectos relevantes versus la complejidad de hacer un concurso. 

La información que se obtiene en la SCA dice que la probabilidad de ganarse un concurso es del 4%. ¿Qué hicimos ahí? cogimos el número de concursantes vs. X número de concursos vs. cuántos habían ganado. La probabilidad de ganárselo es casi la misma de una lotería. ¡Eso es brutalmente difícil! O sea, el porcentaje que ustedes se gana en un concurso es muy bajo. Entonces ya es un desafío muy, muy fuerte. 

Es difícil, es duro. Y también es maravilloso, al mismo tiempo es una cosa que nosotros hoy por hoy cuestionamos mucho porque es costoso. En el fondo son muchas personas y muchos arquitectos trabajando gratis. Eso es una realidad, porque nos metemos con un entusiasmo grande para tratar de acceder a ciertos contratos que no podríamos acceder de otra forma. Y al mismo tiempo es mucha gente que no va a obtener ninguna remuneración ni ningún reconocimiento y por lo tanto es trabajo gratuito. Entonces un poco lo que planteamos en la charla es un cuestionamiento de este mecanismo, que es maravilloso, pero que al mismo tiempo es costoso para los arquitectos.

Por ejemplo. Haciendo cuentas al aire según un concurso que hubo en Medellín, decíamos que se necesitan 52 días de trabajo de horas hombre, y tenemos 12 personas. Según las cuentas que hemos hecho un concurso vale unos 27.5 millones de pesos (U$D 7.200). Independiente de que haya grupos que lo pueden hacer más barato porque son capaces de hacer los renders,  entonces hacen de cuenta como si eso no costara, pero al final el tiempo cuesta pues gastó ese tiempo haciendo el concurso mientras pudo haber hecho cosas que posiblemente eran productivas. Finalmente lo que nos daba es que eso multiplicado por 45 propuestas que se presentaron genera un total de 562 personas involucradas, 2.362 días de dedicación y un valor dinero aportado por los arquitectos de 962 millones de pesos (U$D 250.800).

Lo que es interesante es que de los casi 1.000 millones que se gastaron todos los arquitectos haciendo el concurso, el contrato de diseño era de 250 millones, ósea quiere decir que se gastaron más intentando acceder al contrato que lo que realmente eran los honorarios sumados. ¿Será que sí somos sensatos? ¿Será que será que esto vale la pena? ¿Cómo podríamos hacer más bien?

Para cerrar con el tema; es un cuestionamiento, porque por un lado es un mecanismo increíble y es un mecanismo de oportunidad. Pero por otro lado, también genera una condición perversa del oficio. En la charla que hicimos presentamos un ejemplo mucho más dramático que era el concurso del Guggenheim de Finlandia. En este participaron 1765 oficinas en todo el mundo. Sumando los honorarios de los arquitectos se podía construir la mitad del edificio.

El dilema resulta en cómo hacemos para ejercer con dignidad. ¿Cuántas profesiones les piden a 45 personas que les de el concepto gratis? Esto es perverso y es parte de nuestra condición de no ser más exigentes.

SB: En una de la imágenes ustedes representa la siguiente pregunta: ¿Cómo trascender de un nombre a la empresa? 

8111, Bogotá. Image © Alejandro Arango

DB: Este es un cuestionamiento general, no es de nosotros, pero si, en este momento estamos estudiando sobre el tema y ahí hay dos ejemplos muy bonitos que son: por un lado, Rogelio Salmona, nuestro arquitecto más relevante por décadas en este país, legado y una obra increíble. Pero como al final, cuando muere finalmente, aunque Maria Elvira Madriñan ha seguido su legado que ya venía trabajando, Rogelio Salmona y era Rogelio Salmona, entonces ese es el legado de alguna manera lo perdimos todos. Ese maravilloso legado desapareció o va a desaparecer. Ojalá se hubiera podido quedar a través de otras personas.

En el otro lado está la figura de Zaha Hadid quien murió también. Y finalmente hay una oficina estructurada y hay una cantidad de proyectos y otras personas que han seguido con más fuerza. Entonces, la pregunta que uno hace es ¿por qué en ciertos sitios del mundo son capaces de hacerlo, porque aquí no hemos podido? ¿por qué aquí casi todas las historias de la mejor arquitectura que se ha producido están referenciadas a un nombre o a dos nombres, o tres nombres o un grupo, y cuando ese grupo desaparece -porque la vida es efímera- entonces también desaparece esa condición de continuar el legado en el tiempo? 

Yo creo que es una pregunta súper pertinente para todos. Porque independiente de que tengamos estudios chiquitos o unos más grandes en fin, si es como usted transmite eso, y cómo finalmente genero la posibilidad de que esto pase a las siguientes generaciones que puedan continuar con el trabajo que ha venido haciendo un grupo, que ha costado mucho tiempo llevarlo y consolidarlo y que de un momento a otro se corte y desapareció.

Ahí nos vamos un poco el mundo de artista, el artista: muere y Chao. Al otro lado del mundo científico, la empresa creada crea un antecedente que puede perdurar. Yo creo que es una pregunta súper pertinente a la cual no tenemos respuesta aun.

Lo que sí sabemos es que somos capaces de aguantar crisis. Uno se reduce, se reinventa, se achica, etcétera, y vuelve y florece. Y de eso somos capaces. Pero lo que es muy difícil es cuando las personas o las autoridades de los proyectos desaparecen. ¿Cómo se puede trascender después de ese momento?

MA: Una pregunta emocionante, es una pregunta que la ponemos ahí porque nos la hemos preguntado mucho y constantemente. Y por supuesto, aun estamos buscando una solución. 

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Sobre este autor/a
Cita: Santiago Baraya. "Daniel Bonilla y Marcela Albornoz sobre la crisis: “Uno se reduce, se reinventa, y vuelve a florecer"" 20 may 2020. ArchDaily Perú. Accedido el . <https://www.archdaily.pe/pe/940011/daniel-bonilla-y-marcela-albornoz-sobre-la-crisis-uno-se-reduce-se-reinventa-y-vuelve-a-florecer> ISSN 0719-8914

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