La introducción de carriles protegidos para bicicletas en muchas ciudades, por lo general suscita objeciones por parte de los automovilistas que creen que dedicar toda una pista de la calzada a los ciclistas, restringirá el flujo vehicular y sólo aportará más congestión. Sin embargo, un estudio de las calles de Nueva York en las que se implementaron los primeros carriles protegidos para bicicletas en 2007, ha demostrado recientemente que la realidad es opuesta: al separar los diferentes tipos de tráfico, los automóviles pueden moverse más rápido.
Eso es antes incluso de comenzar a discutir los beneficios de seguridad de los carriles protegidos para bicicletas, con el estudio que muestra que el riesgo de lesiones a los ciclistas, los conductores y los peatones, ha disminuido considerablemente en las calles donde se instalaron los carriles protegidos.
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